Las lesiones más comunes en la práctica de baloncesto

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El baloncesto es un deporte muy polivalente que permite la ejercitación de diversas secciones corporales al mismo tiempo. Una sola hora de ejercicio en este ámbito reporta una quema de hasta 750 calorías. Además, practicar baloncesto desarrolla la resistencia, mejora el balance y la coordinación, fomenta la concentración y la disciplina y favorece el crecimiento muscular.

Si se practica de la manera adecuada, el baloncesto puede ser un hobby o deporte profesional excelente. De todas formas, como cualquier actividad física, existe el riesgo de sufrir lesiones y daños en algunos escenarios concretos. En las siguientes líneas, se exponen las lesiones más comunes en la práctica de baloncesto y cómo abordarlas. Esta información es meramente informativa y no sustituye una consulta médica, pero puede ser de utilidad para evitar percances innecesarios.

1. Esguince de tobillo

Tal y como indican estudios, la mayoría de las lesiones durante la práctica de baloncesto se producen en las extremidades inferiores (más de un 60 %). De todas las zonas anatómicas en las que se dividen los pies y las piernas, el tobillo parece ser el más afectado, suponiendo más de un 20 % del total.

El tobillo es la articulación que permite la unión entre la pierna y el pie. Está formado por 3 huesos: el peroné y la tibia, parte de la pierna, y el astrágalo, que forma parte del pie. El esguince de tobillo, el tipo de lesión más común cuando se habla de baloncesto, se produce en muchos casos por la inversión del pie (“gira hacia adentro”) debido al aterrizaje en una superficie inestable. También puede ocurrir por una eversión, es decir, cuando el tobillo gira hacia afuera de manera anormal y se desgarran los ligamentos deltoides.

El esguince de tobillo se puede comenzar a diagnosticar con un examen físico, pues este se suele ver hinchado, amoratado y el paciente percibe dolor al tacto. De todas formas, también se suelen requerir ciertas pruebas de diagnóstico por imagen (como las radiografías) para cuantificar la extensión de la lesión. Dependiendo del grado del esguince, el tratamiento puede ir desde cuidado personal (reposo, hielo, compresión y elevación) hasta el consumo de ciertos medicamentos, terapia y, en casos excepcionales, cirugía.

2. Lesiones de rodilla

La rodilla es la articulación central de las extremidades inferiores. En el baloncesto esta estructura se pone a prueba de forma continua, pues los saltos, los aterrizajes y los cambios súbitos de dirección necesarios para llevar a cabo este deporte suponen un estrés fisiológico continuo para las rodillas. Por ello, no es de extrañar que esta zona anatómica acumule hasta el 17,8 % de las lesiones.

Existen distintos tipos de lesiones de rodilla, entre los que se destacan los siguientes. Cada uno de ellos tiene un tratamiento diferente, aunque en todos los casos se requiere atención de un profesional para la recuperación temprana:

  • Esguince de rodilla: este cuadro se produce por el desgarro o estiramiento doloroso de uno o más de los ligamentos que sostienen a la rodilla en su lugar. Cursa con síntomas como sonidos de chasquido al intentar mover la articulación, dolor intenso al tratar de caminar/al tacto, dificultad para caminar y enrojecimiento.
  • Bursitis de rodilla: tiene lugar cuando se inflama un saco pequeño lleno de líquido, conocido como bursa, situado cerca de la articulación de la rodilla. Suele ser causada por la presión continuada, como la que se produce al arrodillarse o al cambiar de posición durante la práctica de deportes como el baloncesto.
  • Rotura de menisco: los meniscos son estructuras formadas por fibrocartílago que se sitúan en el interior de la rodilla. El desgarre del menisco es una de las lesiones más comunes de esta estructura y se ve fomentado por cualquier actividad que haga que la rodilla se gire con fuerza, sobre todo si se pone todo el peso del cuerpo sobre ella.

Estos son solo algunos ejemplos de las posibles lesiones en la rodilla que pueden ocurrir durante la práctica de baloncesto, pero existen muchas más. Las pruebas de diagnóstico por imagen, como la radiografía o la resonancia magnética de extremidades, son de gran utilidad para diferenciar los distintos tipos de daños que se pueden producir en esta articulación.

3. Fractura de dedo

El baloncesto es un deporte que requiere contacto continuo con una superficie dura (la pelota), la cual puede ser lanzada a velocidades considerables. Por esta razón, es común que durante pases especialmente agresivos, caídas o choques se produzca un desgarro o tendinitis en cualquiera de los dedos de la mano, sobre todo si el golpe tiene lugar en la punta.

Las lesiones en los dedos suelen manifestarse con síntomas como dolor y, sobre todo, hinchazón. El tratamiento inicial de este percance incluye la aplicación de hielo e inmovilización, pero si el cuadro no mejora se puede requerir un diagnóstico por rayos X y tratamientos más específicos.

4. Tendinitis de Aquiles

El tendón de Aquiles es el tendón que conecta los músculos de la parte trasera de la pantorrilla con el hueso del talón. Su correcto funcionamiento es esencial para la locomoción, pues ayuda a apuntar el pie hacia abajo, a levantar los dedos del pie y a realizar movimientos de empuje hacia delante, entre otras cosas.

La tendinitis de Aquiles se produce al someter al tendón a tensión intensa y/o repetitiva. Es especialmente común en aquellos deportistas que aumentan la intensidad de la marcha de forma repentina, como ocurre en el baloncesto cuando se requiere correr para coger la pelota después de estar un rato parado. Este cuadro suele responder de forma positiva al cuidado personal, pero puede ser necesario tomar medicamentos para aliviar el dolor. La fisioterapia también es de gran ayuda y la cirugía solo se reserva a los casos que no responden bien a abordajes convencionales.

5. Enfermedad de Sever

La enfermedad de Sever es una irritación e inflamación de los cartílagos de crecimiento del talón en niños en fase de desarrollo. Ocurre cuando el tendón de Aquiles y la fascia plantar tiran en direcciones opuestas de la apofisitis del calcáneo, lo que deriva en dolor que afecta los lados o bordes del talón. Esta condición se propicia en ejercicios infantiles que requieren pisadas fuertes y rápidas contra el suelo, como es el caso del fútbol, el running y el baloncesto.

El profesional médico realiza el diagnóstico de esta condición con base en los síntomas. Aunque algunas técnicas de diagnóstico por imagen (como la radiografía) no confirmen la enfermedad de Sever, sí permite descartar otros cuadros y sospechas. Los síntomas pueden prolongarse durante varios meses y, en los casos más graves, se requiere escayola e inmovilización.

Son muchas las lesiones que se pueden experimentar durante la práctica de baloncesto. Ante cualquier signo o síntoma que no desaparezca en el tiempo, se recomienda la visita a un profesional.

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